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Dirección regional de Educación - San Martín
Existe la idea consentida de que solo la Dirección Regional de Educación está facultada para establecer los lineamientos de política educativa y la definición de acciones y estrategias para la mejora de la calidad educativa regionales. No obstante, conforme está establecido en la normatividad, debe ser el Consejo Participativo Regional (COPARE) la instancia llamada en asumir este rol. El COPARE permanece ausente en la toma de decisiones y puesta en marcha de las políticas educativas regionales. Continúan siendo el Estado, algunas ONG y los supuestos “especialistas” los que deciden el qué y cómo de la educación regional, desestimando la participación de las organizaciones más representativas de la sociedad civil. He ahí el fracaso y la inconsistencia de las políticas educativas.
El COPARE, presidido por el Director Regional de Educación, es un órgano de participación, concertación y vigilancia, que contribuye en la elaboración y evaluación del Proyecto Educativo Regional. Opina y vela por el cumplimiento de las políticas educativas, tanto regionales como nacionales, para asegurar y mejorar la calidad del servicio educativo. Posibilita la participación de la sociedad civil, representantes de las instituciones públicas y privadas, representantes de los maestros, universidades, institutos, de los sectores económicos productivos, autoridades y otros. La Dirección Regional de Educación es la responsable de coordinar y convocar a las instituciones de la sociedad civil que integran el COPARE.
Una política educativa puede convertirse en una fuerza impulsora del desarrollo económico y social cuando proviene de las entrañas de la sociedad que lo demanda. Paradójicamente, también puede convertirse en un estrepitoso fracaso si no cuenta con el empoderamiento social. El noveno compromiso con la educación en Puno (establecido desde el 2015, sin la participación del COPARE), desde luego, será la comprobación de lo afirmado. Si las políticas educativas no van de la mano con el pensamiento, su historia, con las formas de organización, de autoridad, institucionalidad, demandas y utopías de nuestros pueblos, no pueden pretender nada en absoluto. En la medida que se fortalezcan las estrategias de participación social, tanto en el nivel de las macropolíticas como en las decisiones que afectan a la escuela, será más fácil concretar los objetivos estratégicos establecidos para el desarrollo de la educación. Si asumimos como vital el Proyecto Educativo Regional, entonces la participación social debe ser la garantía de su concreción y eficacia.